Distribuida por Sherlock Films, “De cintura para arriba” (su título original es “Dalla vita in poi”) se estrenará en España el próximo 2 de marzo.
Es una producción italiana (Rosa Film, Facciapatta y el apoyo de la RAI), dirigida y escrita por Gianfrancesco Lazotti.
Está estructurada en torno a varios flashbacks (algo que quizá le resta algo de intriga). La historia en su arranque nos lleva al universo de Cyrano, para mostrarnos con elementos de drama y de comedia, una historia de amor bastante atípica.
Nos habla del mundo carcelario y de las personas con discapacidad de una forma distendida. Hay, también, algunos chispazos de erotismo.
La historia arranca cuando Rosalba (Nicoletta Romanoff) está enamorada de Danilo (Filippo Nigro), un joven que cumple una larga condena por asesinato en la cárcel. Para que se sienta más acompañado decide escribirle una carta cada día para mostrarle su amor. Es incapaz de expresar lo que siente, le pide a su mejor amiga y vecina Katia (Cristiana Capotini), que vive apostada en una silla
de ruedas, ya que padece distrofia muscular, que le ayude a escribir las misivas. Cada vez las cartas expresarán más los sentimientos de Katia y conquistará el amor de Danilo. Katia decide conocerlo y contarle la verdad. Nacerá así un amor que luchará por superar todos los obstáculos.
Toda la narración está impregnada de humor, predominando el tono ligero.
Lo mejor de la película es la interpretación de Cristiana Capotondi como una discapacitada positiva, sobrada de energía y entusiasmo ante la adversidad.
El film dura 85 minutos, lo justo y necesario para contar lo que quiere contar.
Gianfrancesco Lazotti indica que la película “(…)está inspirada en una historia real. Katia, Danilo y Rosalba existen, pero no se llaman Katia, Danilo ni Rosalba. El vecindario de Colleverde existe, y también la cárcel Rebibbia en Roma. Mientras escribía, inventaba, disfrazaba y tergiversaba los acontecimientos, era consciente de que daba igual lo que hiciera siempre que la verdad y la esencia de esta historia saliera a la superficie, de la misma manera en que la filigrana prueba la autenticidad de un billete”.
José López Pérez