Este artículo es como un “To be Continued” del que trataba sobre el expolio artístico en Irak en que la Administración que presidía Estados Unidos en esas fechas fue la gran responsable de ese triste suceso que a día de hoy todavía se intenta reparar el crimen artístico-cultural contra Irak y toda la humanidad, porque recordemos lo que ya dijo Samuel Noah Kramer: “La historia comienza en Sumer”. Pero de la misma manera que el arte es víctima de las atrocidades de la guerra, a veces es lo contrario, siendo el arte quién siembra un legado de oscuridad a quien pretende poseer o gozar de su belleza, y es ahora que recordaremos un lienzo que tienen la misma fuerza destructiva que los cuatro Jinetes de la Apocalipsis.
Si hay un cuadro en que se den unas circunstancias y coincidencias tan inquietantes por lo que se le puede considerar maldito, pero de un maldito que ni el mismísimo Paul Verlaine hubiera imaginado, ese es uno de Salvador Dalí, la pintura en si misma, no es una pintura, son dos, y es como si fuera un Damien pictórico, el niño de la Profecía.
Todo se inicia cuando Billy Rose, el gran empresario teatral de Broadway, le encarga a su amigo Dalí una serie de pinturas mientras este vivía en Nueva York y tenía su estudio encima del teatro Ziegfeld, propiedad de Rose y del que tenemos una metafoto con el cuadro original. La obra se llamaba “Boogie Boogie”, y la humanidad tiene suerte que se pintó en 1944, un año más tarde el genio de Figueres comenzó con su etapa Nuclear debido a la bomba atómica, y si lo hubiera pintado entonces puede que ni un servidor estaría escribiendo este artículo ni tú leyéndolo.
Al igual que en la “Profecía”, el cuadro pereció como el bebé y fue reemplazo por otro que Dalí le regaló a Rose después que se le incendiara su mansión perdiendo una gran colección de arte. Rose quería un cuadro idéntico pero Dalí le pintó uno parecido y como podemos observar es mucho más sencillo, y en vez de llamarse como el original lo bautizó con el nombre de “Rock and Roll”, y aquí nació Damien. La obra en sí es mediocre, seguro que se debe a que Dalí le puso más empeño en el lienzo que vendió a Chester Dale, “La última cena” en el mismo viaje que realizó por USA a mediados de los cincuenta.
Billy Rose falleció y la cuestión es que el cuadro no se quedó en su fundación, mucho no les gustaría o les daría grima, y siendo egoístas, para nosotros mejor, no fuera que el cuadro hubiera acabado en Israel, donde “Rose” Rosemberg donó esculturas al Museo de Israel para crear un magnífico jardín en la impresionante institución de la que Teddy Kollek fue su impulsor, además de ser por treinta años alcalde en Jerusalén.
Volviendo a nuestro Damien, fue subastado en 1985, -acordaros de este año, retornaremos a él-, entonces era de la colección de Joel Mallin, antiguo socio de Rose, y lo compró una mujer llamada María Victoria Henao para decorar su mansión llamada “Edificio Mónaco”, aunque más que una mansión era un bunker de ocho plantas que cumplía con las medidas de seguridad que exigía su marido, Pablo Escobar. El Dalí fue testigo de las tensas relaciones entre el Cartel de Medellín y el de Calí cuando el 13 de enero de 1988 el edificio sufrió un atentado con un coche bomba, y aunque hubo cuantiosos desperfectos, el cuadro quedo intacto y fue trasladado a otra residencia de la familia, pero ya entonces Escobar era el objetivo número uno del gobierno colombiano, el estadounidense, el de los cárteles rivales como el de Cali de los hermanos Orejuela o por sus antiguos socios que crearon los PEPES, “Perseguidos Por Pablo Escobar”, y estos incendiaron la casa de Escobar no sin antes el jefe de los PEPES se llevara el cuadro, el cual no era otro que Carlos Castaño, quién más tarde sería líder de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Hasta ahora el “Boogie Boogie” de Dalí, murió y resucitó como “Rock and Roll”, con dos mansiones incendiadas y otra edificación víctima de un coche bomba, pero seguro que para el cuadro esto le sabía a poco y quería emociones más fuertes, ya he dicho antes que el cuadro era de 1944, un año antes de la etapa nuclear de Dalí, aunque se ve que el lienzo quería pertenecer a esta etapa, y vaya si lo consiguió.
Para comenzar, el cuadro cuando todavía era de Mallin se expuso en Hiroshima en 1982, y después de la accidentada etapa en Colombia la obra fue subastada por Christie’s en 1994 y la adquirió el coleccionista de arte Teizo Morohashi para que perteneciera a su museo que es dedicado principalmente al genio de Figueras, siendo el cuarto museo más importante del mundo en la obra de Dalí. Pero como no podía ser de otra manera, el magnífico Museo de Arte Moderno de Morohashi está a cien kilómetros de la central nuclear de Fukoshima, la que ocasionó el gran desastre en el 2011. Con este historial, este cuadro es mejor tenerlo donde más lejos mejor, aunque he de confesar que mientras escribía este artículo me he comprado el catálogo de la subasta de Sotheby´s en que María Victoria Henao compró el Dalí. Ojear la publicación es lo mas parecido a tener en las manos el Necronomicon de Lovecraft que mas tarde Sam Raimi lo haría parte esencial de su carrera, y como no, Raimi está relacionado con este Dali, pero ello ya lo trataremos.
María Victoria Henao fue el vaso comunicante sin quererlo de las desgracias de su difunto esposo comprando el Dalí, a Pablo Escobar no le fue bien que María Victoria Henao fuera una mujer culta, a Escobar le hubiera ido mejor una esposa como la canción que sonó por primera vez en el teatro de Billy Rose titulada; “Los diamantes son los mejores amigos de las mujeres”, que formaba parte de la obra “Los hombres las prefieren rubias”. El mundo de los narcos es un escaparate de ostentación de nuevos ricos y lujo que a veces traspasa lo ridículo e infantil, pero María Victoria Henao era todo lo contrario, y justo en ese 1985 que os dije que os acordarais de este año, por si nuestra querida colombiana tenía alguna duda sobre gozar del lujo desmedido en plan Marilyn o dedicarse al mundo del arte, en las mismas fechas que compraba el Dalí, Madonna le recordaba a todo el mundo que no hay nada mejor que ser una “Material Girl”, con el famoso video en homenaje a Marilyn.
A Pablo Escobar el Dalí le perjudicó de tal manera que podríamos decir que su mal fario le ocasionó la muerte, porque cuando lograron abatirle no fue por la colaboración ciudadana, fue por un férreo control y seguimiento de señales telefónicas inalámbricas, ¿y sabéis donde se efectuó la primera llamada inalámbrica de la historia?, la realizó Martín Cooper un tres de abril de 1973 en lo que entonces era la sede de Motorola en el edificio Burlington, que se construyó en el solar del teatro de Billy Rose y el estudio donde Dalí pintó la primera versión del cuadro de Pablo Escobar. Seguro que es una simple casualidad, pero es muchísima coincidencia. En la composición adjunto una imagen del Spiderman 3 de Sam Raimi, voy calentando motores para el próximo artículo.
En este episodio hemos visto como el Dalí se llevó a más de uno por delante, pero en el 99,9% de los casos el arte es victima de las asociaciones criminales, las cuales para blanquear dinero o por el simple hecho de querer escalar socialmente se dedican a comprar arte pero en vez de donarlo a museos, se lo quedan en sus mansiones, las cuales, dada la naturaleza de sus propietarios, es probable que se originen episodios violentos en los cuales las obras pueden desaparecer o ser destruidas.
Hay un término delictivo que no se ajusta a la realidad y es decir que un cuadro es robado, cuando se sustrae una obra de arte a un millonario de negocios legales, -que no significa que sean negocios éticos-, normalmente la obra en sí es secuestrada y se pide un rescate por ella. Pero este modelo de negocio no sirve para la mafia, un ladrón de guante blanco nunca se atrevería a secuestrar arte a un mafioso, tal sería la ofensa que pondría en juego su vida y la de sus seres próximos, por lo que la pérdida de patrimonio artístico de los mafiosos se debe a luchas entre bandas y normalmente las obras quedan mal paradas, desaparecen durante años o lo que es peor, son destruidas.
En estos artículos sobre Irak y Dalí hemos visto dos razones por las que desparecen de forma violenta innumerables obras de arte, una es la guerra y otra es por el blanqueo de dinero de redes criminales que siempre están expuestas a recibir acciones violentas que pongan en juego su integridad personal y patrimonial. El segundo Dalí se salvó por casualidad o porqué Carlos Castaño supo de su importancia, pero muchas obras de Pablo Escobar no corrieron la misma suerte, por lo que habría que haber un control mas férreo en lo que es venta o subasta de obras de arte y ya no digamos sobre su exportación.
Carlos Castaño o Pablo Escobar, dejando a un lado su forma de vida y de cómo enfocaron sus negocios, demostraron tener sensibilidad por el arte, por lo que aplaudo que el Dalí se salvara. Pero no veo normal que el cuaderno personal de Billy Rose sobre la construcción del jardín del Museo de Jerusalén, del que vemos una foto con Ben-Gurión, se esté vendiendo ahora en Internet
Sobre este articulo tengo otro medio acabado que no es un “to be Continued” pero si un spin-off del cuadro de Dalí en el cual se alarga mas su sombra maléfica. Mientras tanto disfrutad de lo hermosa que es la vida, pero no sin antes de ir a dormir mirad debajo de la cama, no sea que haya un Dalí al acecho.
Ferrán Pujol Querol